Entradas

Mostrando entradas de junio, 2016

Un canto a tu belleza

Cuando tú apareciste, penaba yo en la entraña más profunda de una cueva sin aire y sin salida. Braceaba en lo oscuro, agonizando, oyendo un estertor que aleteaba como el latir de un ave imperceptible. Sobre mí derramaste tus cabellos y ascendí al sol y vi que eran la aurora cubriendo un alto mar de primavera. (...) Amor dulce muerte, Alberti Como buen presagio, pues no iba a ser todo un día oscuro, viene tu belleza distante, interior y exterior, a alumbrarme. Aunque no te veo a diario, guardo un mapa detallado de tu sonrisa, de la tranquilidad con la que hablas, de tu inteligente mirada, de tu gesto reposado, de todas la maravilla que tu caminar encierra. Por eso, y a pesar de que los tiempos no sean proclives ni amables, vaya este breve canto como una forma de mostrarte el delicado hilo que hilvana el sentimiento, como una vía de escapar ante tanto tedio y tanto hastío que me rodea, porque eres luz entre tanta sombra, porque eres arco iris tras l

El vals de los idiotas

Celebran el día de una descafeinada victoria en unas elecciones de una democracia inconsistente e insípida que no satisface las necesidades del pueblo, que no da pan ni trabajo ni casa, que mantiene leyes injustas contra la libertad de expresión, una cárcel con rejas invisibles, en la que el patriota, de una derecha recalcitrante, o de una con tintes liberales, católico confeso, o agnóstico diverso, siente el miedo de la invencible clase obrera aunque, en esta tierra de esclavos, esté bastante controlada y para ello haya habido décadas de sistemático doblegamiento, clases avanzadas de discurso policial. Carabanchel, isla donde se apagaban los barcos tras las comisarías. Es el vals de los idiotas, de los acomodaticios, de los que no se plantean mayor realidad que una herencia, un status, la confortable tranquilidad del confort pagado a plazos.

Por favor, permíteme que te escriba

Por favor, permíteme que te escriba en esta tarde de comienzo del verano en la que el calor es el invitado a la fiesta de la luz del sol en cada calle, en cada rincón, en cada esquina. Por favor, permíteme que te escriba y que te traiga este poema sencillo y sin máscara, esta pequeña arquitectura efímera, que trae toda la nostalgia que puede caber en un verso, toda la ternura que contiene una estrofa. Por favor, permíteme que te escriba en este domingo de finales de junio. Así que pasen cien años, y que yo los viva, por favor, permíteme que te escriba.

Tu espalda

Tu espalda es hermosa. Cuando me la ofreces, la admiro. No como un manso amante que se deshiciera cada vez que la observa, sino como un entusiasta que hubiera descubierto el milagro que supone la elevación de las altas murallas de tu fortaleza. Desconectas mi melodía, y libre de interferencias o sintonías no deseadas, aprietas el botón de encendido en tu propio aparato musical. Bailas la danza del momento, y te contemplo, tan lejos, tan cerca, como si el hielo de los tiempos se hubiera fundido y este reencuentro fuese lo esperado pero no es. En mis palabras no hay la reprobación, porque el escenario estaba planteado con antelación. No es el lugar, ni el momento, ni la hora, ni nuestros cuerpos se mueven con sincronías propias, pero no mendigaré un saludo, un gesto, una mirada. Nos intuiremos sin invocar a los nombres propios, sin forzar el discurso, celebrando lo bello de la tarde, el mapa futuro de las constelaciones, la riqueza que nos trae el porvenir

El celador del Gran Capitán

Dondiego no era un flor, aunque era un señor apuesto, una suerte de caballero de los que no necesitan presentación pues son de sobra conocidos. Érase una vez un donjuán de Granada. Trabajaba de celador en el ambulatorio de Gran Capitán. Procedía de familia adinerada con terrenos en Guadahortuna, en la línea fronteriza con Jaén, y era dueño de algunas casas solariegas. Su familia era gente de raza y fortuna, miserables por pura estrategia defensiva. El abuso es un derecho. La justicia es relativa. Vivía su soltería con frescura y desenfreno en las casas de sus amantes que siempre le esperaban en el zaguán. Él las contaba por casadas, viudas, solteras y arrejuntadas. Eran tiempos de la ciudad católica, apostólica y pagana. Habría que haber un hecho un censo efectivo, por si esto fuera cierto, se le podría haber invitado a algún vino no para celebrar su prepotencia sino para contrarrestar su falsedad. Homenajeaba, sin saberlo, a su casta de excelencia en

No les pido que comprendan

No les pido que comprendan los fulgentes motivos que acompañan mi amor. Ni siquiera que entiendan el camino que me trajo hasta esta estación en la que se aprecia el estío en toda su dimensión. A los asépticos, equidistantes como vértices de un triángulo equilátero, científicos de la norma, y demás público congregado, les diré que poco importa la opinión de los demás cuando se tienen razones más que suficientes para llevar a cabo la travesía, como ritual iniciático, de un barco que navegase por un río de templadas certezas y clásicas dudas. A los corazones blindados, con el hierro y el acero fundidos en los altos hornos donde se fabrican los raíles del ferrocarril y los inquebrantables sueños, no les pido que comprendan pues no es necesario hacer el esfuerzo evocativo, la maquinación consecuente. Por eso, no les pido que comprendan el instinto, la soledad, la realidad, el deseo, el sol, el recuerdo de unos ojos azules como el cielo en un día

A vueltas con los versos

Uno va, viene y vuelve, cansado de su nombre: va por los bulevares y vuelve por sus versos, escucha el corazón que, insumiso, golpea como un puño apretado fieramente llamando, y se sienta en los bancos de los parques urbanos, y ve pasar la gente que aún trata de ser alguien. (...) Pasa y sigue, Itinerario poético, Gabriel Celaya Uno siempre vuelve a los versos, de la misma forma en que se regresa a unas calles conocidas de un barrio acostumbrado por el que las horas pasean con su uniforme cotidiano tras la cadencia de la música que suena en la radio y que los ventanales dejan escuchar obsequiosos y resguardados por visillos. Entonces se tiene la impresión de que el ritmo proviene de una palabra como balcón que se completa en su significado con el vocablo geranio en forma plural cuyo resultado es que el color se apoderó del ambiente. Mas no es la única. Fuente, árbol, parque, acera, vida, recuerdo, amor, zapato, agua, hoja, banco, adoquín. A v

Con tu sola presencia

Cuando en la noche, los ejércitos del desvelo hacen acto de presencia, se me ocurre escribirte este poema de gratitud. "¿Gratitud?", quizás te preguntes. "Sí, gratitud." Gratitud porque de mi pecho brota la alegría de haber vuelto a verte, aunque no hayamos hablado y mantengas esa distancia justa, mezcla de convención social y defensa propia. Tal vez no desees trabar conversación o no sea el momento apropiado o nuestro diálogo deba de ser aplazado hasta ese rincón de la tarde que no ha llegado ajeno a miradas que juzgan y al vals de los impertinentes. Porque bien sabes que te adoro con veneración pagana. De tu belleza rezuma, la maravilla que hay en tu interior. De manera discreta, te muestras en tu brillo y, en ese paréntesis que abre tu cuerpo, te admiro secretamente como un polizón escondido en un barco. ¿A qué huele tu piel? Posiblemente a naranjas y en tu pelo hay una corona de jazmines y de lirios que te hacen má

La lógica de la amistad

Un amigo no juzga, no censura y podemos hablar con él de cualquier asunto. Mas luego en lo que al comportamiento social se refiere, nos abre los ojos para que despertemos y no permanezcamos dormidos en el dulce letargo de la inconsciencia. Luego hay enemigos disfrazados de amigos, personas que nos abrazan con una sonrisa intacta mientras preparan la daga con la que acuchillarnos por la espalda. En nuestra visión, es difícil discernir quién es digno de ser llamado amigo pues la duda sobre la distribución táctica de sus dobles juegos, puede comprenderse pero no compartirse. Decía el Principito, que lo esencial es invisible a los ojos. En los jardines, donde no hay puertas ni ventanas, son conjuntos cerrados a los que no se accede ni uno se va.

No sé por qué, pero hoy...

No sé por qué, pero hoy me dio por extrañarte, por echar de menos tu presencia. Mario Benedetti No sé por qué, pero hoy... Las calles me parecen menos hostiles Los árboles ofrecen generosos su sombra La nostalgia que tengo de tí, de tus luces, de la artesanía de tu sonrisa, de tus sombras, de tus claroscuros que se proyectan desde tu refugio, el resquicio del recuerdo, atrincherada en el palacio cuyos muros tienen algo del hielo del verano. Mas no desespero y me limito a enumerar los motivos de tu dulzura y hablo del vino que, en la vendimia, se fabrica al aplastar la uva que se recoge en los parrales, de las frutas del otoño que en los pequeños mercados agradan a los paseantes en las ciudades del sur. El aroma de la granada, de la almencina, y la alacena se abre para traernos su caricia, con el sabor de la granada con vino, o el del requesón con la carne del membrillo. Olores de la infancia, de un puesto cercano a la catedral, calle cárcel baja.

Celebremos el momento

Celebremos el momento. Celebremos el momento en el que nos sabemos sanos, y albergamos alguna ilusión. Sin engaños, mirando de frente a los problemas y trazando el plan para resolverlos. Juntos, e ilusionados y en el camino de la construcción irremplazable de la felicidad en el lugar donde todo es posible, donde los sueños no se aplazan y los tópicos no suenan huecos.

Una breve carta de amor

Cada breve carta de amor es una misiva, un mensaje con la urgencia del que necesita expresar. Nuestro tiempo no ha llegado todavía, pero creo que si lo disponemos, llegará. No habrá entonces tristeza por el tiempo que no fue, y los lamentos se disiparán, al igual que las nubes huyen tras la lluvia. Mientras tanto, no exigiré tu amor, pues si el amor se exige es como una cuerda tensa que se acaba rompiendo, y me limitaré a la tarea del que escribe una carta, sabiendo que puede no ser leída. Un poema, una canción, una melodía no bastan para convencer si el cuerpo y el alma no están alineados, sincronizados como piezas de un reloj sin forma. Pero no se trata de convencer, ni de persuadir, ni de recitar el código hueco de las falsas promesas. Porque no hay promesas. Hay sentimientos que convocan al acto y a la palabra para que juntos transgredan la ortodoxia de los versos. Nos asalta el inventario de preguntas que siguen la lín

Adiós ingratitud.

"Demos gracias a las personas que nos hacen felices; son los adorables jardineros que hacen florecer nuestras almas" Marcel Proust Desde luego. Hay que decirle adiós a los lugares donde uno no fue feliz para años más tarde volver y redimirse, como el que se atreve a sacarse una espina después de arrancar una rosa del rosal no temprano. Hay que dar gracias, sí, pero... a las personas que realmente nos hacen felices. De todas maneras... Adiós ingratitud. Adiós a los golpes ajenos gratuitos. Adiós a la mezquindad. Adiós al vino poco generoso. Adiós a los jardines cubiertos de espinos. Adiós pedregal de la meseta. Adiós mirador oscuro.

un poema no bastará

Un poema no bastará para suavizar una pena de amor, curar la tristeza del alma, invocar a los batallones de la esperanza, o resurgir de las cenizas de un irrevocable incendio, pero menos es nada. En la estructura ordenada o desordenada de versos, se intuye el propósito, se edifica el sentido y el consecuente significado y las palabras se aprecian como velas de un barco que se ajustasen al viento propicio del primer verano. En la navegación, hemos deambulado por mares pequeños, canales de ciudades asediadas cubiertas por un manto de tedio y de gris espanto. Junto al muelle, hemos divagado por plazas breves entre edificios y palacios. Mas no hay rastro de lo buscado. Tras las máscaras venecianas, se encuentran los rostros desnudos, que sonríen, que se encrespan como olas que rompieran contra el dique del puerto por la marea embravecida. He preguntado por ti, en aquellos lugares donde solía encontrarte. Pero ese tiempo desapareció como un gondol

La lógica de la brevedad.

vita brevis est Seré breve y conciso. El poema no ha comenzado todavía porque hay poco que añadir. Pero luego junto lo que encuentro y sale lo siguiente. Al pié del sendero que lleva a la montaña de la noche, siento una moderada tristeza, pero hago un alto en el camino y respiro hondo. Gracias a la vida por toda la belleza. Gracias por lo que ha de venir. Gracias por la calma con que afronto el muro de las horas, la mirada hacia el jardín interior, lleno de bulevares, que constituyen un casi-paraíso con fuentes y árboles frondosos donde habitan las letras, los números, historias de lugares, el afecto de los que me amaron, de los que me aman, del que me ama y me dice buenas noches antes de dormir, es decir, yo mismo. Lo que se fue, no nos pertenecía. Lo que pasó, es porque así debió de suceder. Mientras tanto, seré breve, seré conciso. Esta noche me ayudará a seguir conociéndome por dentro.

A los expertos en comunicación

Dominan la técnica, conocen la teoría, dan conferencias, escriben ponencias, se reúnen en las altas esferas del conocimiento, traducen a los grandes pensadores sobre la materia, pero en la esfera de la praxis hacen aguas. ¿Qué les impide la asepsia del especialista, la equidistancia del científico, qué mecanismos neuronales, cerebrales, qué tipo de -ina, hemoglobina, adrenalina, se les desencadena en su segregación cuando tratan el caso crítico? ¿Apelando a la historia? A la versión que ellos mismos construyeron para mantener intacta su conciencia, ¿como los pseudodemócratas de la Bundesrepublik después de la derrota del nazi-fascismo en la segunda guerra mundial? Como el "gran" Goebbels cuando hablaba de la repetición de la mentira como sistema de formar la verdad. Los expertos en comunicación, lanzan proclamas, se conceden la amnistía duradera y se posicionan en los tiempos nuevos que corren para no quedarse en desventaja táctica.

La lógica del estío

Abrir la ventana, recuperar la brisa que viene entre los muros donde crece la enredadera. Dejar a la luz de la tarde que nos acaricie con su ternura infinita. Mirar al cielo y descubrir la forma de las nubes. Los nimbos, los cúmulos, representando diferentes geometrías, simetrías, asimetrías, estructuras desordenadas. Notar el suelo que uno pisa, y contemplar el asfalto. Madrid está llena de islas de hormigón, de cajas de zapatos, que habitamos. Aprendimos a mirar tras las cortinas que daban al balcón de la calle, sin más luz que la de una farola, o del brillo que se desprendía de un edificio con grandes luces de neón. En esta errática balsa que navega por un océano de desidia, de mecánica urbana, se construye la lógica del estío, que se opone pacíficamente al ostracismo que los sumos sacerdotes de las buenas costumbres imponen.

Ausente

No me atreví a estar ausente, tenía miedo de perder todo lo cosechado pero después me dí cuenta de que no era mío, que estaba actuando con una lógica posesiva. Por eso, me levanté y me fui, abrí la puerta de la calle, y ví la mañana, soleada. Nada me pertenecía. Tan sólo, la palabra.

Vértigo de amor

Vertige de L'amour, Bashung Como noticia no prevista, como nota cariñosa sobre la mesa de la cocina, se nos presenta el amor, como ese plan no programado, como esa senda no buscada pero iniciada por pura casualidad. Durante el proceso, nos asaltan las dudas, comienzan las cavilaciones, hay algunos errores tácticos, arranca el vértigo, se presenta el abismo insondable, como signo de interrogación entre paréntesis. El jurado asistente ha emitido su veredicto, pero cada uno de los implicados prosigue con la reflexión propia del viandante solitario. Dicen que donde hay un deseo, hay un camino, y siempre habrá una puerta que se abra, tras otras tantas cerradas, para seguir fabricando la ilusión compartida, la respuesta incontenible para una tarde esperanzada. ¿Qué hacer mientras no llegas? Los trenes van arribando a la estación, y los dejo pasar, porque no me colman tanto como tú. El tiempo es el maestro de los relojes atrasados, de las ciu

La lógica posible

Tu mirada que todo lo inventa, posiblemente encuentre un camino hasta la mía. Un atajo en este túnel de tiempo, en este pasadizo por el que el sujeto pasivo se vuelve activo en la oración. Las plazas solitarias nos han enseñado del discurso del susurro de las fuentes, de la trémula luz del mercurio o del sodio. Tu sola presencia, que todo lo construye, vertebradora del día, de la noche y de todos los abismos hasta el alba, del aquí y del ahora, de la ciudad que habitamos, de la ciudad posible de todas las posibles.  Tu sola indiferencia, que se une a la palabra lejana, distante, fría, no es más que una prevención de todas las prevenciones posibles pero sabes en qué forma yo soy cuando tú eres.

Tratado sobre tu hermosura.

Este tratado completo y detallado sobre tu hermosura se basa en la afirmación simple: Eres hermosa.

El Arquitecto del Triunfo

Volviendo a una lógica que se parece a Granada... Para llegar a la plaza del Triunfo, se puede subir una escalera desde la calle Santa Bárbara. Durante años, vivimos con la conciencia de que allí vivía un gran señor, ejemplar en su puesta en escena, esforzado trabajador, monumento al pater familias, verbigracia de la cristiandad. La Inmaculada Concepción y Fray Leopoldo de Alpandeire lo saludaban cada amanecer. Sexitano de adopción, arquitecto municipal, jugador de tenis sensacional, fotógrafo de mi comunión en el día de la Santísima Trinidad en la iglesia de San Matías, sin más compañeros que los feligreses de la parroquia local. Años después, el mito se derriba. Por los callejones del vino de la ciudad malvada, uno comprende. En su estudio, había un mundo paralelo y permanente. En la lógica del confort, en la maquinaria del show business local, nada es lo que parece, y válgame dios no le juzgo, que usted se merece, un pìso apartamento como ést

Joan Vinyoli, poeta barcelonés, escribió "Alguien me ha llamado"

Copio este poema que me ha gustado. Yo no soy más que un árbol que se alejó del bosque, llamado por la voz de una mar honda. Y, solo junto al mar, he consagrado mis horas a los vientos de allende la ribera. Mis raíces no saben ya hundirse en la tierra y mantenerme, y por mis frondas bebo soledad. Por eso vago siempre bajo el silencio de las constelaciones de estas altas noches de fabulosa riqueza. Mas de pronto las noches se iluminan con palabras cual llamas, y retoma la voz, siempre nocturna, del mar, sólo llamándome, llamándome. He poseído los campos, las ascuas de la tarde, mas ahora soy oído y pasos insomnes. En su versión original: "Algú m'ha cridat" Jo no sóc més que un arbre que s'allunyà del bosc, cridat per una veu de mar fonda. Sol, prop la mar, he consagrat les meves fulles als vents de més enllà de la riba. Ja les meves arrels no saben enfondir en la terra i servar-me, i pel fullatge bec solitud. És per això que vago

Cuando no sé qué escribir

Cuando no sé qué escribir, pues no lo hago y basta. Pero, de pronto, una palabra viene revoloteando como mariposa primaveral y se posa en mi mano. Acto seguido, asciende correteando por los dedos hasta el lápiz y comienzan los versos a juntarse como hilos que cosieran una humilde tela. Si se me acaban las ideas, te imagino en fotos antíguas, en color sepia o blanco y negro, y me digo que, una vez más, te estoy idolatrando y que no me canso de describir tu infinita elegancia. Añado que este ejercicio de ensoñación, esta elaboración recurrente, se parece a un presagio, y, a cada peldaño de esta escalera estrófica, le acompaña una ola de austera ternura. Para concluir más vale salir por la puerta a la calle, leer un libro, recitar en voz alta algún poema clásico, o simplemente aprestarse a vivir, porque para eso no hay prórrogas.

Wrong notes, wrong words

Wrong notes, wrong words, which are searching for light, which want to escape from darkness. We've been living at the temple of sorrow. Now it's our time, but I'll speak by myself.  Mamma Bear, don't worry about your babies. They will be alright although I understand your perceptions. There are wolves with lamb suits. Life is a fairy tale. No promises, no guarantees. It's better to talk with actions and we'll be focused on the journey, looking forward to the silent sea. That's our destination point. Meanwhile, the quotidian fact will be present. Work and study, fight against the iron of the times.

Aprendimos a perder

Aprendimos a perder, pero ya conocíamos la derrota de cerca. Los no tan familiarizados con ella, deberían tomar buena nota. Pero la cosa no tenía que ver con el resultado final, ni con la entrega de premios. Porque ningún ser humano es un premio. Queda el amor entregado. Y luego de esto, la consecuencia destructora del reactor nuclear fracturado. Sus vertidos tóxicos, la contaminación ambiente. El paisaje de una aldea destruída y derrumbada y la conciencia de que casi siempre fue así. Un chambao de tablones de madera, uralita, rejas de alambrada y las herramientas del carpintero. Aprendimos a perder, a renunciar a la comodidad de los palacios en los que nunca vivimos, al colchón mullido, a la sopa caliente y aprendimos a levantarnos. De esto hace mucho tiempo. Apareciste para darme luz.

La burguesía redentora

La burguesía redentora no nos aliviará, ni nos salvará, porque sus escuadrones de combate, sus organizaciones, sus devociones, y sus vocaciones, son sólo paja. Porque el esfuerzo lo hemos de realizar nosotros y nosotras, porque tras el que redime, hay casi siempre un tirano oculto, un guardíán dispuesto a cobrarse el precio de lo cosechado. La burguesía redentora no nos curará de la enfermedad secular llamada pobreza, ni hará que nuestra vida mejore, porque está llena de advenedizos, arribistas, oportunistas y gente que sólo busca el compromiso social como una vía de tomar el ascensor que lo catapulte a las altas esferas del firmamento. Por eso, la fuerza la encontraremos en el interior, cuando honestamente, construímos bellas obras y cuando pronunciamos cada palabra unidos.

Querida Noche

Querida Noche, de tus cabellos azabache cuelgan estrellas de plata, como eslabones de un collar de austera artesanía. En tu comienzo, pareces diapositiva de documental bien organizado. El ladrillo hostil, el hierro, el hormigón, el civilizado asfalto, son testigos de tu hermosura, y elogian la profunda maravilla de tu simple puesta en escena. Querida Noche, la soledad no me hiere, porque sé que me cobijas como a un hijo que lejano tuvieras. En ti he creído, creo aunque no a ciegas, pues necesito la luz que yace en mi interior para discernir el camino. Querida Noche, soy habitante de una isla escenario de alguna tormenta. Te aguardo, hasta que te juntes con el día y, en pleno acto de amor, se fabrique el alba.

Hay tanto que celebrar

Hay tanto que celebrar. Sin fantasías. Sin falsas ilusiones. Sin la promesa de la realidad que no es. Sin hablar sobre la tierra prometida. Hablando claro. Hablando con el tono justo, mirando a los ojos. Escuchando lo poco o lo mucho que deseas decir. Escuchando sin responder. Pensando en tus significados. Pensando en cada frase. Hay tanto que celebrar. Hoy es un día especial. ¿Sabes? El discurso de las horas, que pasan como barcos que navegan en el curso de un río, nos lo cuenta de una manera casi precisa. Donde quiera que habites, te invito a recorrer juntos la arena de la ciudad, el desierto a medias, los oasis mundanos, los bellos escenarios de este lugar, donde fabricamos este madrileñismo de provincias y nuevo cuño con su lógica inexacta. Sin falsas esperanzas. Sin medias tintas. Sin paños calientes. Sin mentiras piadosas. Llamándole a las cosas por su nombre y diciendo amor. Practicando el dulce lenguaje de las frases amables.

La historia del presunto cerdo.

El presunto cerdo se declaró inocente cuando en la comisaria el comisario jabalí lo estaba torturando. Después de un proceso de investigación concienzudo, se demostró que aunque su origen porcino estaba en su carnet de identidad, era un cerdo inofensivo de esos que caminan pacíficamente por las ciudades.

Una lógica contra el desaliento

Una lógica contra el desaliento, contra la estupidez que nos rodea, contra la necedad. Un conjunto de afirmaciones bien establecidas que construyan la alegría, y que destierren la apatía, la desidia, y otros males mayores. ¿Para qué permanecer si uno es expulsado? Agarrarse al clavo ardiendo no debe ser el recurso cotidiano. Soltar lo que nos hace sufrir y abrazar este preciso instante sin esperar nada más. Caer, volver a caer, ser golpeado por el metal diario, por el vil acero de la contundente realidad. Mas, una vez más, levantarse, volver a levantarse, aprender de cada error de una forma constructiva, con mentalidad deportiva. Renacer, volver a renacer, y resurgir desde las ruinas del hoy hacia el edificio del ahora.

La palabra extensa

La palabra extensa, que se alarga como una cuerda sin final, no dice nada. Suena hueca, vacía, como cáscara de nuez que se arroja sobre la tierra en el bosque. Por eso, en mis cartas, te escribiré con palabras simples. Ejercicio de síntesis, glosa sonora, mecanismo sin rima, que se deshace del artificio. Instrumento del que se desprenden notas leves como las que se aprenden en la escuela. Nombrarte sin hacerlo es la misión de este poema. Nombrarte en tu virtud haciendo referencia a una mañana de primavera como la de hoy, al clásico recurso del aroma de las rosas, del canto de un pájaro subido a un poste de luz, del autobús que cruza una avenida solitaria y silenciosa. El caminante cansado reposa y hace un alto en el camino. Descifra el código oculto de la realidad, tras el lenguaje del mediodía.

Dicen que soy ingrato

Cuando algunos de mis parientes, cuentan la versión oficial de mi vida, se olvidan de ahondar en los detalles. Claro, para eso estoy yo. Es mi trabajo. Desconocía que hubiera una extraoficial, pero ellos prefieren darle un contenido auténtico, ponen el énfasis en cuidar su conciencia y que ello les hiera lo mínimo. Hablan de la gran suerte de vivir en casa de la abuela. De ser considerado rey de granada en décimoquinto lugar. No sabía que en mi familia hubiera una dinastía monárquica, parecida a la de Muley-Hacen o Ben Yusuf. Casi todos y, es normal, prefieren evitar los escollos, los factores abruptos de mi intensa existencia. Es normal. Dicen que soy ingrato, pero no crean que lo soy tanto. Agradezco su mano tendida cuando el desamparo llamaba a la puerta. Cuando el lobo asomaba las orejas, cuando ya no había nada a lo que agarrarse pero... El trabajo dignifica al ser humano. Poco podemos hacer por un sobrino que nos ha sido encomendado para terminar sus estudios,

Tras el armario

Tras el armario, había una habitación escondida. Un reducto irreductible donde la sociedad provinciana y de costumbres recluía a sus vergüenzas. ¿De qué había que avergonzarse? Estábamos sanos y éramos libres. A veces, ese mundo que se erguía en colisión contra el mundo oficial, respondía al lento discurrir de las cosas, a la lógica inconmovible del ahora porque sí, a la hora programada de las visitas de las señoras de la parroquia de San Matías. Caminábamos con prisa y mi abuela agarraba mi brazo a la salida de misa. Yo saludaba a los amigos del barrio, aquéllos niños con los que ella no deseaba que jugara y de los que envidiaba su libertad. Años más tarde, me emancipé y revisé la proposición ahora porque sí y le dí la vuelta en sus significados posibles. Entonces, se deshicieron los muros unos construídos por la rancia moral, otros fueron derruídos a medias contra el andamiaje de la educación tradicional. Lejos, en el barrio que albergaba la escuel

Un ciclista vestido de azul

Un ciclista vestido de azul por la calle Antonio López. Cuando dobla la esquina, su maillot se convierte en verde. La esperanza se agranda, y la tristeza se pierde, al rodear el árbol dejando atrás el infortunio y el camino hecho adrede. Después del sendero, cuando llega hasta el río, el viento lo mueve y se funde con el naranja del cielo, con el tono ocre del extrarradio salobre, con el hormigón, la uralita, de los tejados pobres. Es que él pertenece a este paisaje, y pedalea ausente, como si la vida fuera sólo un viaje hacia adelante, una carta enviada en un sobre, un beso lanzado al aire en el andén de una estación, un pañuelo que se agita, un no te vayas lento y sigiloso.

Difame, ergo algo queda...

Difame, ergo algo queda... Establezca la guerra dialéctica, programe el bombardeo, calcule las trayectorias, dispare. Pero no espere que el "monstruo" se quede de brazos cruzados, pues casi atado por cien mil cadenas, se retuerce sobre los eslabones y la pesada bola del cancerbero. Resurge. Difame, ergo algo queda... Pero no espere un grito, un gesto violento. Acuda con el mejor de sus argumentos pues el "monstruo" afinará el suyo, ya que, después del aire y del discurso del desierto, quedará el testimonio del acto. Si no va a colaborar, al menos, que reine el respeto entre las partes. Comprendo su escepticismo, y su alejamiento de la teoría del buen salvaje. Adiós, maximalismo.

Bajen de las alturas

Mala gente que camina y va apestando la tierra... Antonio Machado A los altos magistrados, a los dioses del Olimpo, a los maestros pedantones que no se inclinan ante los niños. A las majestades, a los médicos famosos, a los curas que sostienen con firmeza el excelso metal de su trono, en vez de dar de comer al hambriento y dar de beber al sediento. A los reyes, a las reinas, a los jefes y a las jefas de la tribu, a los jueces y a las juezas que dictan sentencias contra la memoria y la pobreza. A los que escriben leyes de amnistia eterna, a los policías que sirven como perros de presa, al poder del dinero que les pone un bozal en la boca. Bajen de las alturas, y concedan al pueblo el poder, mézclense con él, trabajen por y para él.

Balada de domingo

Balada de domingo. Ya bailamos el vals triste de la tarde, la despedida en el rellano de la escalera, la puerta del portal que, estrepitosa suena, al ser cerrada. Llueve, y es junio. Me entran ganas de escribir, de escuchar la música de un piano, de percibir el susurro del viento entre tu pelo. Vuelves a mí, sin previo aviso, como si nunca te hubieras ido, como habitante de mis días. Mas luego entiendo que ésta es una balada de domingo. Mas luego me pongo a fabricar el siguiente verso y entregarme a la construcción del tiempo venidero. Asumir los colores que vienen del atardecer, cultivar el buen acto, sembrar el buen sentimiento y que la flor del porvenir no sólo crezca radiante y dichosa en jardines sitiados por alambradas y rejas sueltas. Dos perdices enjauladas habitan en el alfeizar de una ventana y ansían la luz.

Futurum nobis est

Estás ausente, lejana, distante, con todos los caracteres que caben en los signos de puntuación. Esta tarde no te veré. Tampoco te veré mañana. Pero el futuro es nuestro. Futurum nobis est Como nuestras son las ciudades desordenadas, las alamedas sin nombre, los paraísos cotidianos, las crónicas del gris asfalto, y esta lógica mundana e inexacta que no acaba de explicar la cuestión diaria y con la que descifro el tiempo venidero. Mas no jugaré al adivino y te escribiré estos poemas, epístolas sin encabezado ni título al que dirigirse. Pondré el nombre de la ciudad, la fecha, una palabra como flor, árbol, arrabal, muralla, ventisca, desierto, pradera, montaña, libertad, sendero, mar, aureola, nieve, resina. Y tú, reunirás la música, coleccionarás armonías y escribirás tu versión que tendrá otro nombre, que tendrá otra línea narrativa, otro final, distinto a éste.

Caín le escribió a Abel

Caín le escribió a Abel contándole su inventario de agravios. Diciéndole que era un traidor, que deploraba todo lo suyo y que no era un buen hermano. Primero, porque él lo había amado, entregándole su tiempo, dedicándole gestos de ternura, defendiéndolo en los foros de la ciudad en los que falsificaban su nombre y restaban sus méritos adjudicándoselos a otro que decía llamarse familiar por el uso de un apellido . Abel era cirujano. Segundo, porque esa afirmación que subyace tras el vacío que sus respuestas construyen, que su gélido y aséptico amor es capaz de dar, es una negación de todo sentimiento, de toda capacidad de emoción. El ser humano está lleno de laberintos, de puertas cerradas y abiertas. Tercero, porque un día lo invitó a cenar y prefirió la gloria a estar junto a él, porque Caín sólo era un héroe de esos de los que hablaba Gabriel Celaya.

El baile de los cómplices

Se hacen las reverencias. Divertidos, lisonjeros, se saludan. Suena el clavicordio. El órgano, el arpa, Los cómplices bailan, se guiñan el ojo, se dan la mano, ejecutando la maniobra de giro se colocan la carnavalesca máscara. Las calles los esperan. Han llevado a cabo su plan, cumplidora estrategia.

Como el primer día

Como el primer día en que te ví y en tus ojos había el rastro de un brillo, ulterior a tu sonrisa. Ellos me contaban pequeñas historias de ternura que mis ojos querían escuchar y traducir a un lenguaje en construcción (común de los dos, tuyo y mío) que espera tus aportaciones y está todavía por nombrar. Entonces vino una ilusión muy grande, que todavía guardo entre telas antíguas, un catálogo de luces del amanecer, el susurro del agua en las fuentes cercanas y algún que otro buen presagio. Tanta esperanza, consecuencia directa, se mantiene intacta en sus geografías, en sus renuncias, en sus proyectos que no son pocos, en su relieve, en su arquitectura, en su mínima militancia, en las frases que se añaden a una carta en los días de lluvia, de tormenta, de nieve o de granizo, o en los soleados, en los que la melancolía nos ataca con su ejército desesperado.

Escena de ascensor

Escena de ascensor. Entro en el edificio del centro de trabajo. Veo que otras dos personas se precipitan en su interior. Pulso al botón que frena el cierre de las puertas. Entran extrañados. Les explico que los había visto abrir la puerta y que quizás quieran subir también. Se muestran sorprendidos. Con el dedo corazón, pulsan el número de su planta. Ninguna palabra parecida a gracias. Alegan un sonido extraño en el vehículo que arrancará lento, segundos después, de la partida de la pareja de extraños. Testimonio de regalos no pedidos, de generosidad no entendida, sin necesidad de una contrapartida, ni una contraprestación. Expectativa nula con respecto a gentes anónimas. El precio de una sonrisa no tiene asientos contables.

La manta que abriga

La manta que abriga al niño, es tan fina. La manta ausente al niño, es tan gruesa. Pero aunque caliente de forma discontínua, su efecto perdura y se resiste a desaparecer como llama que se agota en el candil. Su no presencia hiere como una daga que, sutil, entrara por el costado, como hoja de papel blanco que nos cortara el dedo por su filo. La cama del niño está vacía. La casa no revive sin su risa pero cuando él la llena con su sola figura, un mundo pequeño se hace gigante, llevando recuerdos de colores en su maleta.