Un canto a tu belleza
Cuando tú apareciste, penaba yo en la entraña más profunda de una cueva sin aire y sin salida. Braceaba en lo oscuro, agonizando, oyendo un estertor que aleteaba como el latir de un ave imperceptible. Sobre mí derramaste tus cabellos y ascendí al sol y vi que eran la aurora cubriendo un alto mar de primavera. (...) Amor dulce muerte, Alberti Como buen presagio, pues no iba a ser todo un día oscuro, viene tu belleza distante, interior y exterior, a alumbrarme. Aunque no te veo a diario, guardo un mapa detallado de tu sonrisa, de la tranquilidad con la que hablas, de tu inteligente mirada, de tu gesto reposado, de todas la maravilla que tu caminar encierra. Por eso, y a pesar de que los tiempos no sean proclives ni amables, vaya este breve canto como una forma de mostrarte el delicado hilo que hilvana el sentimiento, como una vía de escapar ante tanto tedio y tanto hastío que me rodea, porque eres luz entre tanta sombra, porque eres arco iris tras l