Vendrá la primavera que mereces
Vendrá la primavera que mereces. Quizás no sea mañana ni tampoco pasado. Quizás no sea Madrid ni ninguna ciudad que conoces. Pero vendrá la primavera que mereces y todo el dolor habrá acabado cuando tus ojos me avisan de que la lluvia persiste y de que no hay demasiada esperanza tras el tunel que tu mirada otorga hacia la oficialidad. Queda firmado el salvoconducto. No habrá entonces un frente de frío polar siberiano capaz de congelar tu dicha, y tu terraza estará llena de flores como los verdes campos. Sonarán los trinos de los jilgueros, y el río susurrará al silencio ajeno a los coches, al asfalto y al desorden. Vendrá la primavera que mereces.