Querida ausente (CXIX)
Querida ausente: Cuando frente a la hoja en blanco, no se me ocurren palabras que escribir y el tedio me invade con su ejército silencioso y macilento, entonces construyo muros, levanto murallas, e invoco a la alegría que tus ojos otrora trajeron. En ese reducto indestructible, que se niega a perecer como toda edificación de tiempo, todo está por comenzar y yo me aferro a esas pequeñas esperanzas que tus cartas y tus palabras no me dan. Y claro, alguna vez me he planteado en desistir de este viaje pero... ¿Sabes qué es lo que empuja a mirar siempre adelante? La convicción de que podré encontrarte en algún instante, no sabiendo ni cuándo ni cómo ni dónde y entonces sin pactos ni contratos escritos a lápiz o a máquina, el abrazo provocará el estallido de este cuerpo que te anhela desde hace años.