A vueltas con Frau Schaffer

A vueltas con Frau Schaffer ... 
La ciudad estaba a oscuras. París dormitaba como una especie de aparecido tras una larga noche en las que las jaurías de fieras habían esbozado sus alaridos sobre las maltrechas calles heridas por la luz del mercurio azul procedente de las farolas
La verdad es que Frau Schaffer nunca tuvo realmente la culpa de lo que le sucedió a Pawel Orlinski o tal vez sí, pero el auspicio y la siembra de la duda nunca tuvieron el aspecto de acciones malintecionadas... ¿Cómo podría acarrear semejante carga? Además... El propio Pawel era víctima de sus propios laberintos existenciales. Ella estaba libre de toda carga emotiva. Lo que era indudable es que Margarite Schaffer era una consejera excepcional de sus íntimas amigas. En el caso de Elizaveta Orlinski, de apellido de soltera, Bauer, estaba claro. Su querido Don Juan escaso de suerte, se había pasado por demasiadas agencias de contactos extramatrimoniales y fruto de ese frenesí libertino había llegado la debacle de su matrimonio, sin lugar a dudas.
Pero lo que quizás ignoraba Margarite, es que Pawel no había obtenido demasiado rédito de aquellas andanzas y que si tal vez había cometido demasiados desatinos, todos ellos eran fruto del infortunio y de la desesperación.
¿Qué más importaba? En el arte del olvido era experta, y en los caminos de ida y vuelta en los que exhibía como nadie la sonrisa curva y alabeada, como calles serpenteantes de barrios antíguos, reinaba en su monarquía solitaria, sin ser parte de un poema de Rene Char.

En la trayectoria envolvente y desenvolvente yacía un recuerdo que fabricaba un vector de futuro.
Pero mientras velaba las noches viendo de lejos la torre del vigía, decidió aparcarlo
para enfocarse en la noble tarea de disfrutar el presente.


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