Un cuento serbio en verso (la oscura moral del antihéroe)

¿Y por qué serbio?

Pregunta el auditorio congregado.

¿Y por qué no? Interroga el narrador.

Además a Ivan Petrovic, amigo mío desde la más tierna infancia
le habría gustado que le contara a la gente del pueblo vecino
una versión genérica y extrapolable de lo que le ocurrió...

A Ivan en su pueblo no lo querían demasiado.

Por eso, la historia comienza así:

Supongamos que existe un héroe,
de ésos que la gente rápidamente
identifica como tal.

Y que además ese supuesto e hipotético héroe
hubiera ganado la primera batalla
de una gran guerra.

Acto seguido, la involución se prepara
si el héroe traía una revolución
(al revés, si el héroe trajera una involución,
pero este no es el caso de nuestro estudio).

Un conjunto de antihéroes empieza
a pronunciarse
con sólidos argumentos
para combatir
la línea expositiva del héroe,
su construcción teórica y práctica.

Supongamos
que estas acciones
entroncara
con la líbido de las masas,
y
los espacios
se convirtieran
en oscuras bodegas
propias de una decadente Roma,
o de un pasaje bíblico
donde el orden tuviera que hacer
acto de aparición.

Los antihéroes como rabinos
de un sanedrín
improvisado
dictan sentencia

y deciden condenar
al héroe

al clásico ostracismo
de tal manera que empieza a considerar

que los grupos de influencia

son clanes organizados dispuestos
a tomar el control de la zona,
sin preguntar
qué había antes de ellos llegar.

Pero eso no importa,
porque ¡claro!

Los muy doctos y sabios jueces
firmaron el acta
inculpatoria.

El héroe se reinventa
y comienza por desasirse
de la etiqueta
de tal héroe

y comienza a firmar
los comunicados

con el primer nombre que aparece
en su documento de identidad

.

La familia, la propiedad privada,
la sacra institución del matrimonio,
y el poder sacramental y rabínico

han conseguido su objetivo preclaro.

Pero...

El Kibutz está en marcha.

Gracias a todos y todas. Shalom.

хвала пријатељи