Querida ausente (viii)
Querida ausente:
En este domingo
sin súplicas
y con intenciones evidentes,
vengo a escribirte unos versos
que hablan del cálido presente.
Eres para mí,
amor sin impureza,
agua fresca
en la mañana de primavera
que brota del manantial acostumbrado.
Eres para mí,
fruta de la pasión
sin frontera.
Lo que ocurre
es que yo tengo clara
mi perspectiva de ti.
Pero, ¿qué soy yo para ti?
Esto no lo sé,
pero de veras
me tranquiliza la idea
de que soy honesto
en mis sentimientos,
de que no dudo ni un segundo
en contártelo
y, que si tú me llamaras,
no dudaría en acudir a tu encuentro,
a restituir
la dignidad de la tarde
en jardines no ficticios,
con la caricia mútua de mi mano
sobre la tuya.
En este domingo
sin súplicas
y con intenciones evidentes,
vengo a escribirte unos versos
que hablan del cálido presente.
Eres para mí,
amor sin impureza,
agua fresca
en la mañana de primavera
que brota del manantial acostumbrado.
Eres para mí,
fruta de la pasión
sin frontera.
Lo que ocurre
es que yo tengo clara
mi perspectiva de ti.
Pero, ¿qué soy yo para ti?
Esto no lo sé,
pero de veras
me tranquiliza la idea
de que soy honesto
en mis sentimientos,
de que no dudo ni un segundo
en contártelo
y, que si tú me llamaras,
no dudaría en acudir a tu encuentro,
a restituir
la dignidad de la tarde
en jardines no ficticios,
con la caricia mútua de mi mano
sobre la tuya.
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