Ciclistas nocturnos en la ciudad canibal

Nos olvidamos de la fraternidad,
de hacer lo mejor posible para todos y todas,
y convertimos el mundo que nos rodea
en uno canibal,
donde devorarnos los unos a los otros,
los otros a los unos,
y en el que decorar
nuestras casas
con todas las calaveras
de los semejantes que yacieron en nuestro templo
homicida.
Sí, ya sé, suena tétrico,
pero los verbos ayudarnos-cooperar-respetar-coordinarnos-construir-fabricar
quedaron en un lugar recóndito del recuerdo.
Sí, ya sé, suena tétrico,
pero los verbos y expresiones amar-cuidar-adorar-festejar que somos iguales
quedaron en un lugar recóndito del recuerdo.
Los seres humanos,
haciendo gala de su origen animal,
no superaron sus instintos y se hicieron más fuertes
que el propio sentido común,
que nos permite diferenciar
lo que es bueno para todos y todas
de lo que es bueno para la satisfacción de los dignos mandatarios
de este mundo canibal, jefes y jefas de la gran tribu.

[Como ciclistas nocturnos en la ciudad canibal,
pedaleamos tan rápido como es posible,
para no ser deglutidos por los coches veloces. De ahí y a partir de ahí, este poema. ]

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