Querida ausente (CLXXX)

Querida ausente:

El lento amor espera
como un vagón
que atrasara como las agujas de un reloj
que suena asincróno en el desván.

Como te dije ayer,
conocí a dos mujeres que se llamaban
como tú, que venían de un lugar
parecido a donde provienes
pero ninguna se te parecía,
ni siquiera yo lo pretendía.

Con su frialdad de Hamburg y de München,
en sus casi cuarenta y en sus veinticinco,
respectivamente,
no se te parecían en nada.

Y en su hielo de agosto,
yo intentaba trabar conversación
pues era mi único objetivo.
Habría que preguntarles
cuáles eran sus objetivos.

Pero en la noche
tu nombre pronunciado por otras personas
era rastro de melancolía y
su voz difuminaba
hasta el recuerdo haciéndolo un poco gris
en la poesía.

Mas... ¡no era posible!
Tu nombre debe significar alegría,
la tristeza de tu ausencia,
el matiz de la desidia
en el jardín de una mentira
que abre la puerta
hacia la verdad del futuro y hacia una nueva bienvenida.

¡Cuántos años hace
que esta idea no cesa en su cometido!
¿Será locura o será que te espero
indefinidamente
en bancos vacíos
donde respirar
el perfume de tu pelo,
el aroma de un otoño sin interrupciones
ni horarios?

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