¿De qué tiene miedo Misha Mikhailov? (y veintiuno)

Last blues, to be read some day

Era un sólo galanteo,
seguramente lo sabías-
alguien fue herido
hace mucho tiempo.
Todo está igual,
el tiempo ha pasado-
un día llegaste,
un día morirás.
Alguien murió
hace mucho tiempo-
alguien que intentó,
pero no supo.
Cesare Pavese 

Mientras Svetlana planeaba las vacaciones con su familia en Odessa, Misha la recordaba y, en los ratos libres, en la soledad y la penumbra de su habitación, dejaba su mono de trabajo a un lado y se vestía de poeta para escribir y leer, leer y escribir, se afanaba como un escritor novel en busca de su primer gran poemario pero ya no le preocupaba el éxito, buscaba el adjetivo preciso y lo pulía como si se tratara de una joya antes de ser puesta en el escaparate de una tienda pero sin la necesidad de que fuera mercancía, un objeto colocado para ser vendido.

Svetlana había pasado a ser parte fundamental en su vida, pero ella no aceptaba ese rol y se distanciaba sistemáticamente de Misha, haciéndole ver que se trataba de un amor casi imposible. Sobre los sentimientos que albergaba, nadie los conocía, pero en el lenguaje gestual y de las miradas, era profesora y sabía decirle lo mucho que sentía todo lo que sucedía sin necesidad de pronunciar una palabra.

Esta catástrofe que albergaba cuatro imperios silentes, no estaba provocada por ningún agente malvado y no se podía uno agarrar como clavo ardiendo a la teoría de la conspiración.

Las cosas sucedieron de una forma muy rápida, y Misha quiso hablarle y decirle lo que su corazón le dictaba como un decreto pero el reloj de Svetlana era otro, y ambos no coincidían en esa intersección necesaria, y como conjuntos disjuntos quizás fantaseaban, quizás como decía Pavese, era sólo un galanteo... Pero no, Misha se resistía a creer ese argumento. Era algo más entroncado con la raíz de su primera infancia, tal vez era un espejismo, una proyección, o estaba ante el amor de su vida.

De todas esas teorías posibles, las consecuencias eran devastadoras, pero no había otro remedio que continuar alguno de los caminos, pese a que la guerra entre los imperios estaba servida, como una guerra fría que antecede a un beso.
Él quería vivir en Sarajevo y ser invadido con tal de defender aquel amor.

Extrañaba a sus hijos, extrañaba a Iulia, ¿era todo ello compatible con su amor por Svetlana? En la sociedad monogámica, no, claro que no. En la sociedad monoándrica, no, claro que no. Vivían en un mundo en el que todos y todas se escondían para tener sus aventuras pero nadie daba la cara a la hora de decir... ¡esta es la persona que amo!

De todas formas, Misha, se planteaba seriamente si aquello se trataba de amor, o eran las ganas de amar, las que se decían amando. Eran sus atenciones con ella, eran los detalles...
¿Se daba cuenta de lo que él proponía?
Y si se daba cuenta ... ¡¡ella no quería!!

Este amor desdichado había sido muy enriquecedor, porque a partir de él había logrado esclarecer cuestiones del pasado irresueltas, que le abordaban sin él saberlo.

¿Sería sólo un galanteo como diría en su verso Pavese o se trataba de la construcción de un amor duradero y grandioso?

¿En qué posición quedaban Iulia y Dimitri en estos términos?
¿Eran invitados a la fiesta del amor improvisado así por las buenas?

¿Qué creen ustedes queridos y queridas lectores y lectoras?

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