Querida ausente (CLXXVIII)
Se despidieron y en el adiós ya estaba la bienvenida
Benedetti
Después de algún desenlace teatral,
que hemos vivido,
la vida propone
un camino
que se llama principio.
Después de un adiós
viene una bienvenida.
Pero no llego a ver
o algo se me escapa,
y quiero pensar
en tu buen corazón,
y en el que el hielo caliente
de tus actos
sólo traerá la miel
de otro tiempo.
La soledad no es desesperada.
Sé con vivir con ella, adaptarme a ella,
ser feliz con lo poco o lo mucho que ya tengo,
y hablar de mí, y hablar de tí,
hablar de los dos,
aunque en este presente de pesquisas
seamos sólo una posibilidad
y sólo una opción
que se abre al futuro
como un arroyo que va creciendo hasta convertirse en río.
Querida ausente,
nunca yacimos, es cierto, nunca yacimos,
pero has estado
conmigo cada noche
desde hace años,
has sido imagen y compañía
de la madrugada
donde atrapado en el laberinto de un deseo
incompleto,
yo te veía distante, casi inaccesible
como un templo de puertas cerradas,
pero en lo prohibido
estaba la magia.
Es por éso, que prosigo lo iniciado
y veremos si la vida así lo dispone,
y nosotros como ente
nos ponemos de acuerdo para que así sea.
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