Querida ausente (CLXVIII)

Querida ausente:

Siguiendo el itinerario
del que anota mentalmente
y luego escribe,
el verso es dispuesto
después de la realidad observada.

Vivir mejor
es un deseo personal,
pero a veces la vida
impone la tormenta,
el desierto,
que nos hace más fuertes.

Llegaré algún día
a tu puerta,
y volveré a llamar.

Llegarás algún día
a mi puerta,
y volverás a llamar.

Pero no quiero dar por hecho
 nada,
aunque
algo me dice
que llegaremos algún día
a la puerta,
y volveremos a llamar.

Cargándome de paz y de confianza,
vuelvo a la cueva del ermitaño.

No me importa que la gente lea
sobre la desnudez de mi alma,
ya que he decidido
no guardar secretos.

¿Para qué?

Los secretos son armas afiladas
que se guardan,
y el sentimiento los acumula
como un armario repleto de ropas.

Hay que aliviar
el peso del armario,
hay que liberar al ciprés de su sombra,
y en travesías urbanas
contra todo pronóstico
desdecir el presagio
que implica nuestro fin,
resistiendo.

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