Querida ausente (CLXXXIII)
Querida ausente:
En el transcurso
de las horas,
he llegado a una conclusión:
Lo que haya de pasar,
que sea cierto
y no una ilusión falsa
que nos complace
pero que nos deja vacíos
en el fondo.
Si durante la oración pagana
que recubre
el deseo que no se aminora
sino que restalla
como ola en los altares de una orilla,
oyes que pronuncio tu nombre,
no me culpes en vano,
cúlpame
con todos los cargos
y yo aceptaré
la pena consiguiente,
la prisión de amor
que incluye
el ínclito título que acarrea
este oficio de años
sin sustantivos, adjetivos,
sin clasificación.
Mas la urgencia de verte
puede ser aplazada,
mas no el sentimiento,
que repite cadencioso,
el discurso conocido
y que persiste,
de saber que junto a tí
algo existe,
puerta sonora
a un futuro esperanzador.
La inestable Luna
que habita en el cielo
no olvida ni avisa,
ni crea la tormenta.
Añadirle atributos
a esta figura celeste,
es simple recurso.
Intentaré alcanzar
la rosa
sin forzar el reloj
que marca el momento.
En el transcurso
de las horas,
he llegado a una conclusión:
Lo que haya de pasar,
que sea cierto
y no una ilusión falsa
que nos complace
pero que nos deja vacíos
en el fondo.
Si durante la oración pagana
que recubre
el deseo que no se aminora
sino que restalla
como ola en los altares de una orilla,
oyes que pronuncio tu nombre,
no me culpes en vano,
cúlpame
con todos los cargos
y yo aceptaré
la pena consiguiente,
la prisión de amor
que incluye
el ínclito título que acarrea
este oficio de años
sin sustantivos, adjetivos,
sin clasificación.
Mas la urgencia de verte
puede ser aplazada,
mas no el sentimiento,
que repite cadencioso,
el discurso conocido
y que persiste,
de saber que junto a tí
algo existe,
puerta sonora
a un futuro esperanzador.
La inestable Luna
que habita en el cielo
no olvida ni avisa,
ni crea la tormenta.
Añadirle atributos
a esta figura celeste,
es simple recurso.
Intentaré alcanzar
la rosa
sin forzar el reloj
que marca el momento.
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